Con el objetivo de multiplicar el impacto social en regiones o países con problemáticas sociales o ambientales, surge en Brasil el modelo de franquicias con impacto social en 1988.
Para que una franquicia próspera sea considerada como tal, sus operaciones deben generar beneficios para su entorno.
Cuando se identifican prácticas sin fines de lucro, exitosas por su impacto social o medioambiental y que puedan ser replicables gracias a que sus procesos y resultados son medibles, prácticamente están sentados los principales requisitos para el desarrollo de una nueva y exitosa franquicia social.
En México se puso en marcha este modelo desde 2004, que tiene como objetivo compartir el esquema de un proyecto novedoso que genere ganancias que impacten y beneficien el desarrollo de diversos grupos sociales. Es decir, que se replican negocios o metodologías de éxito sin fines de lucro en cualquier otra región que necesite de estos cambios.
Una franquicia exitosa con impacto social debe regirse por los valores y la responsabilidad social, que buscan beneficiar a un grupo vulnerable mientras produce ganancias que fortalezcan su imagen como marca, de manera que continúe impulsando el proyecto.
Aunque en nuestro país el desarrollo de este tipo de franquicias ha sido paulatino, existen claros ejemplos de esta modalidad, como la Fundación ProEmpleo AC o COMPARTE.
Además, una franquicia social trae consigo ventajas, que se pueden observar principalmente en su financiamiento, ya que al relacionarse con proyectos sociales y comerciales, las franquicias pueden acceder, por ejemplo, al financiamiento blando o co-inversión social con fondos internacionales o nacionales, públicos y privados.
